quinta-feira, 8 de julho de 2010

  • EL HOMBRE Y LA MUJER

El hombre es la más elevada de las criaturas;
la mujer es el más sublime de los ideales.

Dios hizo para el hombre un trono,
para la mujer un altar.
El trono exalta;
el altar santifica.

El hombre es el cerebro,
la mujer el corazón,
el cerebro fabrica la luz;
el corazón produce el amor.
La luz fecunda, el amor resucita.

El hombre es fuerte por la razón;
la mujer invensible por las lágrimas.
La razón convence;
las lágrimas conmueven.

El hombre es capaz de todos los heroísmos;
la mujer de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece;
el martirio sublimiza.

El hombre tiene la supremacía;
la mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza;
la preferencia representa el derecho.

El hombre es un genio;
la mujer es un ángel.
El genio es inmensurable;
el ángel indefinible.

La aspiración del hombre es la suprema gloria,
la aspiración de la mujer es la virtud extrema.
La gloria hace todo lo grande;
la virtud hace todo lo divino.

El hombre es un código;
la mujer un evangelio.
El código corrige,
el evangelio perfecciona.

El hombre piensa;
la mujer sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva;
soñar es tener en la frente una aureola.

El hombre es un océano; la mujer es un lago.
El acéano tiene la perla que adorna;
el lago la poesía que deslumbra.

El hombre es el águila que vuela;
la mujer es el ruiseñor qu canta.
Volar es dominar el espacio,
cantar es conquistar el alma.

El hombre es un templo;
la mujer es el sagrario.
Ante el templo nos descubrimos;
ante el sagrario nos arrodillamos.

En fin:
El hombre está colocado donde termina la tierra;
la mujer donde comienza el cielo.
-------- Victor Hugo

Imagen: Sappho and Alcaeus

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