quarta-feira, 26 de maio de 2010

  • YO, JUDÁ LEON, EN LISBOA
Despierto, y hay más que el despertar. Otro día, otro milagro y quilómetros de sueños y de luz. Escucho los pájaros por la ventana, miro a gotas de lluvia fundiendo la tierra como si fuese algo más... ¿Qué anhelos tienen eses seres demasiado bellos para ser humanos?

El aire fresco de la mañana besa el canto de los pájaros, como se hablasen de mí, como si fuese el amante de sus sueños. Y cantan, miles de miles de veces; hablan de mí. Tengo hambre, y es de todo, el todo que no es bastante. ¡Oh, héroe de la lira! ¿Acaso sabes lo que es La melodía, lo que es la euthyna del miel que grasa la memoria de los amantes y lo que es y como se dice, de verdad, el nombre de Dios? Los pájaros lo saben y miraban un sueño desnudo, desnudo y durmiendo como un guardador de rebaños que baja la colina con el Sol en sus besos y todo el Yo.

Despierto. Y El me mira, a mí, Judá León, lejos de Praga y en Lisboa…
¿Pude Dios devorar a sí mismo?

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