sábado, 22 de setembro de 2007

Ibn Al-‘Arabi, El tratado de las luces

  • Ibn Al-‘Arabi, El tratado de las luces

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    Respondo a tu pregunta, querido hermano, acerca del modo en que se realiza el viaje hasta el Señor de los Mundos, la forma de llegar a su presencia y cómo retornar con El desde junto a El al mundo de su creación sin caer en el abandono y la separación, pues debes saber que en la existencia no hay más que Allah, sus atributos y sus actos. El Todo es El, por El, desde El y hacia El. Si se ocultase al Mundo el instante de un parpadeo éste se extinguiría de una sola vez, así su permanencia es por su custodia y su mirada, pero es tan intensa la manifestación de su luz que la percepción es cegada y es por lo que se denomina a su manifestación Velo.

    En primer lugar te dejaré aclarado la forma del viaje hasta El, Allah te dé energía, y después la manera de llegar y detenerte entre sus manos, sentarse en la alfombra de su contemplación y el oído a su discurso. Por último explicaré cómo retornar de junto a El a la presencia de sus actos con El y hacia El y consumirte en El. Debes saber que este es un estado distinto al del retorno.

    Conoce, generoso hermano, que los caminos son múltiples y los caminos del Real, singulares y los viajeros por el camino del Real únicos. Aunque el sendero del Real sea uno, tiene aspectos diferentes de acuerdo a las circunstancias de quienes lo siguen, es decir, según la moderación de sus temperamentos o su aberración, la intensidad de la constancia de sus motivaciones, la fuerza de su espiritualidad o bien su debilidad, la rectitud o declinación de su voluntad, lo correcto o incorrecto de sus pasos. Entre ellos los encontrarás que integran todos los aspectos o bien cuentan con sólo algunos, y así hallarás quien posee una notable espiritualidad pero que no le acompaña el temperamento adecuado y así el resto.

    Lo primero que se determina para que te mostremos es el conocimiento de las “patrias” (mawatin), cuantas son y qué quiero decir al referirme a ellas aquí. Debes saber que la “patria” es un modo de expresar el locus de los momentos de los wirds que te establezcas.

    Te es imprescindible saber lo que el Real desea de ti en esa patria para que tomes la iniciativa sin demora ni fatiga. Las patrias aunque son en gran número pueden reducirse a seis esenciales.
    La primera es la patria que corresponde a las palabras:
    “¿Acaso no soy Yo vuestro Señor?”, de la que nos hemos separado.
    La segunda patria es el mundo inmediato, donde estamos ahora.
    La tercera es la patria ístmica, destino de grandes y pequeños después de la muerte.
    La cuarta es el reestablecimiento en la Tierra del Desierto y la devolución al comienzo.
    La quinta es el Jardín y el Fuego.
    La sexta es la Colina de fuera del Jardín.

    En cada una de estas patrias hay lugares que son patrias en las patrias. La capacidad humana es imponente para cumplir con todas ellas por su abundancia. Para este tema no necesitamos hacer referencia más que a la patria del mundo inmediato que es el lugar en la determinación de la responsabilidad, la prueba y los actos.

    Debes saber que las gentes desde que fueron creadas por Allah y extraídas de la no-existencia a la existencia no dejan de ser viajeros y no abandonan sus monturas sino en el Jardín o en el Fuego. Cada Jardín y cada Fuego es según sus moradores.
    Es imprescindible a todo ser dotado de inteligencia saber que el viaje está colmado de penalidades, privaciones, pruebas y desgracias, que es un continuo superar peligros y temores inmensos, por ello es impensable encontrar durante él ningún tipo de bienestar, seguridad o placer: las aguas son de sabor alterable y los vientos siguen direcciones opuestas.

    Las gentes de cada aguada son diferentes a la de la anterior. El viajero cuando alcanza la madurez de la corrección necesita encontrarse con los sabios de cada estación y permanecer junto a ellos una noche o una hora para después continuar su camino. ¿Cómo puede concebir el descanso por quien es éste su destino?

    No aducimos lo último expresado con la intención de referirnos con tono reprobatorio a los buscadores del bienestar en el mundo y cuya única aspiración es reunir sus despojos, pues éstos son para nosotros tan insignificantes y dignos de desprecio que no merece la pena que nos dediquemos a ellos o prestarles la más mínima atención. Nuestra alusión está dirigida en realidad a otra actitud, a la de que ellos que se apresuran a encontrar el placer de la contemplación en una patria a la que no corresponde ese estado, o bien aquellos que desean la extinción del ego en su lugar en que no conviene, o consumirse en el Real a través del diluirse de los mundos.

    Las gentes de nuestra élite rechazan estas inclinaciones por entender que entrañan una pérdida de tiempo y un rebajamiento del grado, un tratar la patria del momento con descortesía que conlleva la pérdida de su verdadera realidad. Así, el tiempo de la extinción en el Real supone previamente el abandono de un estado superior a aquel en el que todavía se encuentra pues la Manifestación va de acuerdo al conocimiento y a su imagen y aún el aspirante no ha alcanzado el conocimiento por El y desde El en su combate interno y en su preparación durante el tiempo primero, por ejemplo, y ya desea contemplarlo en el tiempo segundo, pero entonces sólo contemplará la imagen de su conocimiento que se estableció en el tiempo primero. Con ello no ha conseguido mas que trasladarse del conocimiento a su determinación, sin que la imagen deje de ser la misma. Por ello ha alcanzado lo que le convenía retrasar para que se efectuara en su patria que es la última de las moradas donde no hay acción.
    Lo que realmente se te aconseja es que durante el tiempo de tu contemplación seas dueño de tus actos externos a la vez que recibas la ciencia de Allah internamente. Aumenta en belleza y bondad tu espiritualidad buscadora de Allah y mejora tu sentido individual que no deja de exigir su parte. La sutileza humana surgirá de acuerdo a la imagen de su ciencia y los cuerpos se extenderán sobre las imágenes de su acción según su bondad o maldad. Sólo cuando te separes del mundo de la responsabilidad, patria de las escalas y los accesos, recogerás los frutos de tu huerto.

    Si has comprendido lo anterior debes saber que Allah nos refuerza con su energía, que si quieres acceder a la presencia del Real y tomar de El sin mediación alguna, intimar junto a El, no se realizará tu deseo mientras en tu corazón haya restos de aceptación del señorío de otro que no sea Allah, pues sin duda perteneces a quien te rige con su argumento-poder. Para ello es imprescindible que te retires de las gentes y preferir la soledad a la asamblea de hombres y así de acuerdo a tu alejamiento de la creación se establece tu cercanía al Real externa e internamente.

    Lo primero que te concierne es la búsqueda de la ciencia que te permita establecer tu pureza, tu salat, tu ayuno, tu cautela y todo aquello que está exigido específicamente en cuento al capítulo de las formas del Islam, y no ir más allá en lo referente a su detalle literal. Esta es la primera puerta que debes atravesar en tu viaje.

    A continuación viene la acción conforme a ese conocimiento, después la moderación en la vida, la renuncia y llegar a la confianza plena. En una de las estaciones de la confianza plena se verificarán en ti cuatro carismas: plegar la tierra bajo tus pies, caminar sobre el agua, atravesar el aire y alimentarte del universo. A esto se le llama realidad en estas consideraciones. Después se suceden los estados, las estaciones, los carismas y las inspiraciones hasta la muerte.
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  • Excerto do Tratado das Luzes de Ibn Al-‘Arabi

A escutar: The Lark Ascending, Vaughan Williams: http://www.epdlp.com/asf/vaughan3.wmv

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