segunda-feira, 22 de dezembro de 2008

  • LAS SONÁMBULAS
En mi ciudad natal vivían una mujer y sus hija, que caminaban dormidas.

Una noche, mientras el silencio envolvía al mundo, la mujer y su hija caminaron dormidas hasta que se reunieron en el jardín envuelto en un velo de niebla.

Y la madre habló primero:

– ¡Al fin! –dijo. ¡Al fin puedo decírtelo, mi enemiga! ¡A ti, que destrozaste mi juventud, y que has vivido edificando tu vida en las ruinas de la mía! ¡Tengo deseos de matarte!

Luego, la hija habló, en estos términos:

– ¡Oh mujer odiosa, egoísta y vieja! ¡Te interpones entre mi libérrimo ego y yo! ¡Quisieras que mi vida fuera un eco de tu propia vida marchita! ¡Desearías que estuvieras muerta!

En aquel instante cantó el gallo, y ambas mujeres despertaron.

– ¿Eres tú, tesoro? – dijo la madre amablemente.

– Sí; soy yo, madre querida – respondió la hija con la misma amabilidad.
in Khalil Gibran, El Loco
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  • Imagem: Luis Royo, Subversive Beauty

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