sexta-feira, 20 de novembro de 2009

  • LA INSERCIÓN SOCIAL EN DIOS

En recuerdo de Alcestina Tolentino

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La muerte es demasiado grande para nosotros, los hombres. ¡Son páginas de mi corazón, riachuelos de mi que se van a la tierra verde contigo, o mi amiga! He cesado de esperar el tiempo de diserté que eres preciosa — no tanto como la vida, que, de verdad, solamente es preciosa porque lo vivimos —, amiga, puerta de acuerdos y desacuerdos y todo eso que hace la lucha necesaria que hemos heredado de dios o de las estrellas un terrero que es poco más que soportable. No importa, lo que importa es que somos herederos de demasiadas cosas, de demasiados ánimos, de demasiados sueños de otros y el mundo es demasiado ingrato y peñascoso para todo eso.

Me recuerdo de diserte, hace algunos anos, con la pasión que me férrea la razón y hace de mi un volcán, una lluvia de pensamientos, que «lo necesario es la integración» de los jóvenes delincuentes afro descendientes. Era por la tarde, sí, por la tarde. Y recuerdo-me de escucharte con tu voz de sueños cansados y de desencanto con nosotros, nosotros que eres tú, yo y ellos también y de anotar tu desacuerdo. Me dijiste que no, que lo necesario no era, no es la integración pero si la «inserción social» de ellos. Sí, me recuerdo y es verdad, tienes razón y te le dice entonces: tenemos de ser lo que somos, no importa adonde estamos, lo que importa es lo que transportamos, lo que somos… y eso es valor, dignidad.

¿Tendrá Dios hogar para los disientes como tú, como yo y los que sangren los sueños en las carreteras, puentes y en casas que no pueden comprar o vivir? Es como se fuesen pálidas estrellas en exilio forjado de dolor, ribaceras de nubles negras heridas y corazón tirano de amor que se da a la fiesta de ellos, siempre de ellos, los tiranos que amamos – los amantes segadores de nosotros, los hijos a quien damos esencia y todo y la tierra, la tierra que no desiste, sí, ¡que no desiste nunca! Yo creo que sí, que sí. ¿De otro modo, como es que la tierra no desiste nunca? ¿Porque es, como tú, como Dios y sus madres, mujer? ¡Oh, sí! Hay tierra que no desiste y hay tierra que se olvida.

Y continuaremos, tu y yo, en las crespas arenas olissipas esperando por el tiempo de hablar, de ferrar los balones del silencio que nos mira — a ti que no te miraran mas , y a eses caballeros ebrios de poder y que cabalgan sobre los sueños ajenos hasta al cielo de sus santas madres. Tienen una venta en los ojos, sabemos: miran el Sol, soberanos, pero no la estrada que los lleva a los elíseos. E estos, hay para todos. El camino importa más que todo, pues el final de la estrada es igual, demasiado igual. Y es por eso que la tierra, la tierra que olvida, no debería desistir.

La separación es, tienen que ser, demasiado pequeña para la persona. Ahora estas en la comunidad de los espiritos — parte de ti alimenta la tierra y la otra se insiere en la esencia del olvido de unos y de la memoria de otros. ¡Que triste! Mismo en la muerte… mismo en la muerte el valle es muy largo y los hombres demasiado estrechos de Ser, tan lucios y tan poco lucidos. La tierra que no desiste no. Es paciente demás para no bullir triunfante todos los días. Y me va a mirar, luego por la tarde, y me dirá:

— Mañana, eres tú.

¿Justo es, necesario es? — dime… yo no sé, tú también no. Mi ángel es de muselina, mi sueño un beso de principio y agua del Cantábrico en las calles del Teneré: por mañana quería a sueños de ella, imaginaciones de ella, huellas de ella, razones y no razones de ella, ella tudo… ¡y no a Hella! De verdad, ¡de verdad mismo! Lo que quería era vivir, vivir para siempre… y no sé como lo he de hacer. No lo sé esta mañana, pero a la tarde… eso es otra cosa. Hay que haber una forma de vencer la mañana, y puede ser que integrarme en Dios sea la solución. Enoch, Yudisthira y Melquisedec me darán unos consejos, yo lo sé. ¿Pero y yo? — dime. ¿Qué será de lo que soy, del niño que flotea sobre todo y los rincones de hierbas, flamas de silencios, hierbas de ella — ese amor que todos conocen menos yo —, baños de colores estrechos y que todo lo que sabe es que es más que la bruma de tus sueños y el sal de tu pan?

¡No! Sin Hella, sí. Sin ella, no.

La inserción en Dios es mejor, pero ser pecador y ella es más. Y me recuerdo de Camus, que quieren matar el descanso de sus huesos para lo colocar en el Pantheon de Paris, como sé el no estuviese ya en verdadero Panteón — ¡que no es el del Capitolino de Roma, el Supulcrum Adrianii y otros mas, no¡ , de los seres. Eso es el que está en el corazón de los hombres, eso que se chama memoria de la humanidad, eternidad, cualidad y esencia de Dios. Es lo que hace los hombres personas, unas personas más personas que otras… pues es lo mismo que separa los hombres de los puercos, Picasso de una mariposa y el efecto de esta de las estrellas en el firmamento, la orden de las cosas, como tu ahí y poco menos do que todo, yo aquí, África en mi corazón, yo en ella, ella en ella, ella en min. ¡Grande ditador!, vivir.

¿Hace sentido todo eso sin Dios, mismo que sea una mujer que quiere integrar-me, como te hace a ti, mi amiga? Sí, me recuerdo de Camus y del dia en que dice no, límpidamente ¡no! Rebelde se torno capitolino, y lo sabemos todos que hoy diría: — ¿No, al Panteón, no! Yo vivo para siempre, estoy adonde están los dioses de la tierra, en el Eliseo en que todos quieren Ser y ser yo antes de lo ser. Yo estoy inserido y integrado en la tierra, la tierra del Tao que todos tienen ahí, en el segrego bruto.

Y yo, soy una presa del tiempo.

Tengo hambre, muchísima hambre. De eso, eso todo, del efecto mariposa en Deus y en Hella, sí, en eso; pues ella es más que todo y lo será. Una sentencia lejana y después voy a mirarte en los ojos sociales, seres y tierra legándote al primero olvido de la tarde, al primero momento de nacer.

Yo no sé como se dice Adiós. ¡Me gusta quedar-me con todo!

Imagen. Angels and Epaulet, James Christensen‏
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Nota: este texto não era para ser editado, aqui ou em lado nenhum, é somente terapia matutina (escrever com pena e tinta, dos princípios do Sec. XX, é minha terapia preferida – e ler os Lusíadas, claro! Não estando por perto nem uma coisa nem outra, escrevinhar numa língua qualquer é satisfatório) de um dia pouco desejado. se fosse papel, estava rasgado. Logo posso precisar de ler o que acabo de escrever.

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