quinta-feira, 13 de novembro de 2008

  • MEMÓRIAS DA HUMANIDADE
Vou passar a compartilhar com os visitantes de Terra-Longe um conjunto de textos (notas biográficas) sobre alguns pensadores da antiguidade já esquecidos (vítimas da maior tragédia que o Mundo já conheceu: o incêndio da Biblioteca de Alexandria) e que se encontram na obra «Vida De Los Filósofos Más Ilustres» de Diógenes Laércio.

Acho um «crime de conhecimento» não partilhar esta obra. Inicio com Ferecides, filho de Badio. Mas antes, escutemos o testemunho epistolar de Tales de Mileto – um dos conhecidos pré-socráticos – no Livro Primeiro da obra de Diógenes Laércio.

TALES A FERECIDES
«He sabido que eres el primer jonio que estás para publicar en Grecia un escrito acerca de las cosas divinas. Tal vez será mejor consejo publicar estas cosas por escrito, que no fiarlas a algunos pocos que no hagan mucho caso del bien común. Quisiera, si te parece bien, que me comunicaras lo que escribes; e incluso si lo permites, pasaré a Sirón a verte, porque es verdad que no somos tan estólidos yo y Solón Ateniense, que habiendo navegado a Creta a fin de hacer nuestras observaciones, y a Egipto para comunicarnos con los sacerdotes y astrónomos, lo dejemos de hacer ahora para ir a verte. Así que irá Solón conmigo, si gustas, ya que tú, enamorado de ese país, pocas veces pasas a Jonia, ni solicitas la comunicación con los forasteros; antes bien, según pienso, el escribir es tu única ocupación. Nosotros, que nada escribimos, viajamos por Grecia y Asia».


FERECIDES DE SIROS

1. Ferecides, hijo de Badio, nativo de Siros, según dice Alejandro en las Sucesiones, fue discípulo de Pitaco. Fue el primer griego que escribió del alma y de los dioses. Se cuentan de él muchos prodigios, pues al pasearse una vez por la playa del mar de Samos, y ver una nave que corría con buen viento, dijo que dentro de breve tiempo se anegaría, y efectivamente, zozobró a causa del mismo. Asimismo, al beber agua sacada de un pozo, pronosticó que dentro de tres días habría terremoto, y así sucedió. Subiendo de Olimpia a Micenas, aconsejó a Perilao, que lo hospedó en su casa, que se fuera de allí con su familia, pero no se convenció Perilao, y Micenas fue tomada después por los enemigos.

2. Decía a los lacedemonios, según escribe Teopompo en su libro De las cosas admirables, que no se deben honrar el oro y la plata; que esto se lo había mandado decir Hércules, el cual mandó también la misma noche a los reyes que obedeciesen a Ferecides en ello. Algunos atribuyen esto a Pitágoras. Cuenta Hermipo que cuando hubo guerra entre los efesinos y magnesios, y él deseaba que vencieran los efesinos, preguntó a uno que pasaba de dónde era, y al responderIe que de Efeso, le dijo: Pues llévame de las piernas, y ponme en territorio de Magnesia; luego dirás a tus paisanos que me entierren en el paraje mismo donde conseguirán la victoria.
Manifestó aquel este mandato de Ferecides a los ciudadanos, los cuales, eféctuada la batalla el día siguiente, vencieron a los magnesios, y buscando a Ferecides, lo enterraron allí mismo y le hicieron muy grandes honras. Algunos dicen que se precipitó él mismo del monte Coricio, caminando a Delfos; pero Aristóxenes, en el libro De Pitágoras y Sus Familias, dice que murió de enfermedad y lo enterró Pitágoras en Delfos. Otros opinan que murió comido por piojos.

3. Al venir Pitágoras a visitarlo, y preguntarle cómo se hallaba, sacó por entre la puerta un dedo y le dijo: Conjetura de aquí el estado del cuerpo. Los filósofos tomaron después en mal sentido estas palabras, y aun pecan todavía los que en mejor sentido las interpretan. Decía que los dioses llaman tioron a la mesa. Andrón Efesino dice que hubo dos Ferecides, ambos de Siros: uno era astrólogo, y el otro, teólogo, hijo de Badio, de quien Pitágoras fue discípulo. Pero Erastótenes afirma que de Siros no hubo más que un Ferecides, pues el otro, escritor de genealogías, fue ateniense.

De Ferecides Sirio nos ha quedado un libro, cuyo principio es: Júpiter y el tiempo y la tierra fueron siempre una misma cosa. La tierra se llamaba terrena después que Júpiter la hizo honores. En la isla de Siros se conserva un heliotropio (i) de Ferecides. Duris, en el libro II De las cosas sacras, dice que se le puso el epitafio siguiente:


Da fin en mí sabiduría toda;
y si más a Pitágoras se debe,
es por ser el primero de los griegos.

Ion Quío escribe de él en esta forma:

Yace sin alma, y dulce vida goza;
y aunque cede a Pitágoras la palma,
vio y aprendió los usos de los hombres.

Mi epigrama, en verso ferecrático, dice lo siguiente:

Se dice por seguro
que el grande Ferecides,
en Siros engendrado,
mudó su primer forma,
comido de piojos.
A tierra de Magnesia
ser quiso conducido,
para dar la victoria
a los nobles efesios.
Esto mismo mandaba
oráculo infalible,
que Ferecides sólotenía conocido.
Entre ellos murió alegre.
Es, pues, cosa muy cierta
que el verdadero sabio
es útil vivo y muerto.

Su florecimiento fue en tiempos de la Olimpiada LIX. Se conoce de él esta carta:

FERECIDES A TALES
4. «Tengas buena muerte cuando te tocara el día fatal. Estaba enfermo cuando me llegó tu carta. Me encontraba todo cubierto de piojos y con calentura. Así que ordené a algunos de mis sirvientes, que después de enterrarme, te llevaran mis escritos. Si te parecieran bien a ti ya los demás sabios, podrás publicarlos; pero si no, no los publiques. A mí no me gustaban mucho, por no haber certeza en las cosas, pero ni yo prometo en ello esto, ni sé halla lo verdadero. Tal vez habré explicado algo acerca de los dioses; importa entender lo restante, pues yo no hago más que insinuar las cosas. Como se agrava más y más mi enfermedad, ni admito médico ni amigo alguno; pero estando ellos fuera de la puerta, y preguntándome cómo me hallo, saco un dedo por la cerradura y les manifiesto el gran mal en que estoy. Ya los he amonestado para que concurran pasado mañana a celebrar el entierro de Ferecides.

5. Hasta aquí hemos tratado de los que fueron llamados Sabios, a los cuales muchos agregan al tirano Pisístrato. Ahora trataremos de los filósofos, empezando por la secta jónica, de la cual, según dijimos, el primero fue Tales, maestro de Anaximandro.»

. Notas: (i) Parece que seria algum instrumento matemático, ou máquina para observar a declinação e nascimento do sol nos trópicos. Mas também pode ser – o que é mais provável – uma pedra curativa com esse nome e que fosse pertence do mesmo. (ii) A relação entre Farecida e Tales é deveras interessantes e merecedora de estudo. A verdade é que desapareceu da historia e Tales é referência entre os sábios da antiguidade.

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